La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Cuenca a 20


A propósito de la nueva limitación de velocidad en vías urbanas establecida por la DGT, que entrará en vigor el próximo 11 de mayo, se me ocurre una obviedad. Una camisa que tiene que valer para Cuenca igual que para Madrid no es la camisa que necesitamos. Que tenga mangas, cuello y botones no es suficiente, necesitamos una camisa a medida.

Cuenca está entre las ciudades que ya habían avanzado en la limitación de velocidad, pero no tengo claro que hayamos avanzado en la práctica cotidiana de cumplir esa limitación.

Pudiera ser que las sanciones con más acento recaudatorio (O.R.A.) se aplican de una manera, y las que sirven para mejorar el orden y la convivencia en la ciudad se aplican de otra (límite de velocidad). También puede que sea una percepción errónea por mi parte.

Y ocurre que encalmar el tráfico es una de las medidas con más repercusión en la calidad de vida de las personas que habitamos en las ciudades. Y ocurre también que, a diferencia de otros aspectos, en éste, Cuenca se puede permitir una camisa de lujo cuando Madrid se tendrá que conformar con una con simples mangas y botones.

Dicho de otra manera, carece de sentido que en una ciudad pequeña como Cuenca tengamos problemas de tráfico, que son de difícil solución en ciudades grandes, pero que no deberían serlo tanto en una como la nuestra.

En el marco de la nueva regulación, Cuenca necesita, y se puede permitir, un ambicioso plan con medidas que, de verdad, recuperen la ciudad para las personas en detrimento de los vehículos.

Y la limitación de velocidad es una medida para este propósito tan efectiva como sencilla de establecer y de cumplir.

Cuenca puede hacer de la necesidad virtud, y convertirse en una ciudad tranquila (slow city), una ciudad amable para sus vecinos, visitantes y empresas que quieran calidad de vida para sus trabajadores.

Tampoco es necesario que inventemos nada, porque en nuestro país hay experiencias muy interesantes en este ámbito, como por ejemplo establecer áreas pacificadas de tráfico en las que, sin ser peatonales, los peatones tienen la prioridad.

Todo ello en el marco del correspondiente Plan de Movilidad Urbana Sostenible. Si, ya sé que en Cuenca hemos tenido varios, pero si no se cumplen es como con el límite de velocidad, que se vuelven papel mojado.

Para terminar, un ejemplo en nuestra ciudad de lo que no debe ser. La calle San Pedro forma parte del casco histórico declarado patrimonio de la humanidad. Es una calle en la que los vehículos se ven obligados a invadir las exiguas aceras (por eso los bordillos son tan bajos como peligrosos para los tobillos). La limitación a 20 debería respetarse escrupulosamente y ser una calle tranquila. La realidad es que conviene al viandante la máxima prudencia y atención frente al tráfico rodado. La misma que recomendaría a quien transite un paso de cebra.

En una gran ciudad, el tráfico rodado, ruidoso, agresivo, estresante por definición, es una penalidad de compleja solución. En una pequeña es una frivolidad que no nos deberíamos permitir.


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