La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

POM


POM es la abreviatura de Plan de Ordenación Municipal. La figura vino a sustituir en nuestra legislación urbanística a los PGOU o Planes Generales de Ordenación Urbana.

Puede que el cambio de nombre, sin que aparentemente cambie el concepto, se deba a la necesidad de limpiar la imagen del urbanismo, con un lado oscuro tan real como, hasta cierto punto, inevitable; a fin de cuentas, la condición humana.

Pero como en toda obra de la mano del hombre, el reverso del lado oscuro tiene su anverso.

Y es por ello que en la planificación urbana está el noble propósito de conformar el crecimiento de las ciudades como ámbitos que son para la vida en común y el desarrollo de la actividad económica.

Tampoco es cuestión de que las ciudades revisen continuamente sus planes urbanísticos que, por su esencia, nacen para durar en el tiempo.

Justo es decir que, en estos tiempos de grandes cambios, casi sería de obligado cumplimiento desarrollar la planificación urbana para adaptar las ciudades a ese futuro que asoma a la vuelta de la esquina.

En cualquier caso, es indudable que una ciudad como Cuenca necesita como el respirar una planificación urbana que alinee decisiones políticas y económicas, también vitales, en una dirección progreso.

Pero no podemos olvidar que, en sociedades avanzadas y complejas como la nuestra, las decisiones de gobernanza son compartidas. La ciudad de Cuenca debe encajar su proyecto de futuro en los ámbitos regional, nacional, incluso europeo.

Es necesario saber qué papel nos asigna el estado, y si ese papel es algo más que ser icono de la España vaciada.

Es necesario saber, y esto es más crucial en el estado autonómico que nos hemos dado, el papel que nos asigna la Comunidad autónoma.

Y todo ello, viene de suyo, en el marco de la planificación de la Unión Europea, que en Bruselas si saben planificar.

¿Qué papel desempeña Cuenca en esta región? Tendremos ocasión de volver sobre el tema.

En lo que respecta al tema de hoy, entiendo que, sin poder responder con certeza a la anterior pregunta, alguien pueda pensar que el POM que diseñe y defina la Cuenca del siglo XXI sea un propósito innecesario por inviable.


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