La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Remontes


En estos años he escrito con frecuencia sobre el tema de los remontes mecánicos al casco antiguo, también los defendí como Concejal. Y pasados los años, me queda una triste sensación, y es la incapacidad de hacer de la que hemos hecho un arte en Cuenca.

Ya queda para los historiadores determinar causas y responsabilidades de esta desoladora situación, pero lo cierto es que nos hemos tomado cuarenta años (80 desde el primer proyecto) para discutir, pagar proyectos y, finalmente, no hacer nada.

En estas décadas hemos tratado del tema a fondo, hemos contratado a técnicos más que suficientes, hemos entendido que los remontes podrían ser útiles y necesarios, no hay más que ver y andar las cuestas de nuestro patrimonio de la humanidad. Y al final hemos descubierto la pólvora: no hacer nada.

Mientras, y en estos años, las soluciones de movilidad vertical, que así se llaman técnicamente los ascensores, rampas y escaleras, se han multiplicado como setas por el ancho mundo, en Toledo tenemos un ejemplo sin necesidad de ir más lejos. Igual de fácil que es encontrar estos artefactos en otras ciudades, difícil es encontrar una que lo necesite más que Cuenca, que por eso es única.

Un casco antiguo tan bello como arriscado, y una incapacidad congénita en ponernos de acuerdo en algo.

Los habitantes del casco dudan por si los remontes les llenan las calles de turistas, olvidan quizá que los remontes son ante todo un medio para hacer el casco más habitable.

Los habitantes de la ciudad baja se fijan en que el coste de tales artefactos repercute en el casco, supuestamente objeto de trato de favor, olvidan quizá que los remontes también son útiles para ellos, para disfrutarlo y para establecer sinergias económicas entre esas dos ciudades innecesariamente divididas por escarpadas cuestas.

Todos discutimos sobre la mejor solución técnica, y olvidamos que, como ciudadanos debemos exigir que se hagan, si realmente lo queremos, y dejar a los técnicos hacer su trabajo, que lo llevan haciendo muchos años, empezando por el PECA (Plan especial del casco antiguo), sin resultado alguno porque, cual día de la marmota, siempre volvemos a la casilla de salida.

Para ponerle la guinda a la tarta, nos planteamos en Cuenca de modo recurrente que la solución pueda estar en unas lanzaderas, de nuevo vamos a descubrir la pólvora, y demostraremos a esas ciudades que se han gastado los dineros en escaleras y ascensores que la solución eran autobuses, con el agravante de que, lanzaderas tampoco tenemos ni tendremos.

Lo dicho, después de tantos años, para mí, el asunto de los remontes mecánicos al casco antiguo es el monumento a la mayor capacidad demostrada por esta ciudad, que consiste en no hacer. Y en el camino, si hace falta, perdemos dineros europeos destinados, precisamente, a patrimonio y accesibilidad.


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