La Opinión de Cuenca

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Noche (y día) en el restaurante de Willy


Con el agobiante calor del verano parece que la alternativa del terror para refrigerarnos a base de escalofríos se prodiga en la cartelera, aunque en este caso el título que propongo es “Willy’s Wonderland”, estrenada el casi pasado mes de julio, no en cines, sino en la plataforma de Movistar.

Esta película se presenta como una de terror slasher, subgénero que prioriza el carisma del asesino o monstruo y presenta como atracción principal la sangrienta forma de dar caza a sus víctimas, con principales ejemplos como la saga “Viernes 13” o “Pesadilla en Elm Street”.

La premisa es simple: un trotamundos (Nicolas Cage) debe limpiar un antiguo restaurante clausurado y enfrentarse a sus guardianes, unos robots animatrónicos asesinos.

Lo primero que viene a la cabeza es la similitud con uno de los juegos de terror más populares de los últimos años, “Five Nights at Freddy’s”; un juego en el que hay que sobrevivir cinco noches a unos animatrónicos parecidos a los de la cadena de restaurantes infantiles americanos.

Al suponer un gran impacto cultural, el creador del juego acordó con la productora BlumHouse Productions (con conocidas obras de terror como “Paranormal Activity” o “Déjame salir”) para desarrollar una adaptación cinematográfica.

Problemas de producción han provocado que la esperada película de Freddy se retrase año tras año, hasta que hace dos años Warner Bros. sorprendiera con “Los Banana Splits: La película”: la misma premisa de robots asesinos, pero en esta ocasión en un set de televisión con personajes creados por Hanna-Barbera para un programa infantil en 1968. Interesante forma de jugar con una propiedad intelectual dormida que ya posee el estudio y el uso de nostalgia por parte de una audiencia ya muy envejecida.

Y llegamos al 2021 con Willy; Nicolas Cage toma el papel protagonista a la vez que el de productor, continuando una trilogía en la que se pone el papel del protagonista en una colorida película de terror independiente y experimental (siendo las anteriores “Mandy” y “Colour out of space”).

Estas dos citadas han conseguido más elogios por parte de crítica y el público, y son algo más atrevidas y experimentales. “Willy’s Wonderland” tiene bastantes aciertos, pero sufre muchos de los problemas que otras películas del género.

La primera mitad de la película arranca muy bien, con cierto suspense y buenas secuencias de acción, pero a partir de la segunda mitad se estira demasiado la duración de la película: los personajes se vuelven estúpidos y toman decisiones cliché de separarse, hay un trasfondo en flashback que “explica” la situación (totalmente innecesario e irrelevante: nadie necesita saber por qué y cómo los muñecos de “Toy Story” están vivos) y los robots evolucionan de amenaza a muñeco de felpa.

No puedo recomendar a nivel general “Willy’s Wonderland”, tampoco a los fans del género de terror; pero si la recomiendo a todo aquel que quiera ver una peli de serie B que se toma en serio a sí misma. El largometraje de 80 minutos cuenta con buenos efectos especiales, una cámara que no da respiro a la acción; unos decorados muy cuidados, pero que desorienta al espectador de la posición y recorrido. Y además una buena actuación del habitualmente inexpresivo Cage agigantada por unos robots de plastilina. Una película que puede dejar frío a alguno, pero con este tiempo, tampoco es malo.

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