Cuán largo me lo fiais es el tópico literario con el que también se conoce la comedia de Tirso de Molina cuyo título evoco en mi colaboración de este domingo; dicho tópico habría de tener continuidad ininterrumpida en la literatura española hasta popularizarse aún más con el Don Juan, de Zorrilla y gracias, entre otros, a Calderón, Tan largo me lo fiais, o Cervantes, Largo me lo fiais, amigo Sancho; en la actualidad, este tópico ha vuelto a cobrar inusitada vigencia con motivo de la presentación por parte del Presidente del Gobierno del Documento España 2050. Aunque mi ignorancia sobre dicho documento no es pequeña, me permito echar mi cuarto a espadas para hacer algunas consideraciones sobre el significado original del tópico referido porque, a mi modo de ver, se están extrayendo algunas significaciones erróneas en muchos de los medios que lo han glosado y que pueden inducir también a una interpretación no del todo acertada por parte del común de los mortales que la utilizan una y otra vez para referirse a la mencionada distopía.
Conviene aclarar en primer lugar que tales palabras están puestas en boca de Don Juan en los Apartes de algunas de sus intervenciones, con el fin teatral de establecer complicidad burlesca con el público cuando sus conquistas le advierten de la existencia de la muerte y del infierno , avisándole del consiguiente castigo divino si llegara a incumplir sus promesas de matrimonio; es decir, las damas seducidas fían las garantías de su más inmediata felicidad a un Más Allá justiciero, mientras que Don Juan se burla de tan largo plazo para cumplir su promesa pues él no cree en esas metafísicas y tan solo tiene como creencia cierta su propia persona, el carpe diem para decirlo con otro tópico renacentista clásico. Frente a una concepción religiosa y medieval de la existencia humana que encarnan las damas seducidas, entendida esta como tránsito hacia la Eternidad en el Paraíso o en el Infierno, Don Juan encarna un nuevo ideal de vida con sentido propio en esta existencia terrenal sin necesidad de trascender ni, como sostendrán después las tesis marxistas, alienarse con esas creencias ultraterrenas que pretenderían ocultar las miserias terrenales. Para el eje de los argumentos que expongo a continuación, no es necesario incidir en otros detalles importantes de la comedia citada pues son conocidos por el amable lector, a quien le pido que me acompañe en el desarrollo de esta opinión que le ofrezco en la convicción de que es precisamente eso, opinable.
A mi modo de ver, el documento España 2050 supone de hecho una propuesta ideada desde la Presidencia del Gobierno para buscar prosélitos de una nueva religión que cifra ese Más Allá feliz que ofrecen todas las religiones no en una vida ultraterrena sino en un plazo ciertamente largo pero justificable en términos materiales; eso sí, se les ofrece a los neófitos de esa nueva religión la posibilidad de ganar ese MÁS ALLÁ feliz con el solo hecho de confiar en una Providencia solidaria y ecológica que, lejos de cualquier sacrificio, es el demiurgo todopoderoso que regala la salvación, como lo hacen todas las religiones: La Gloria de los cristianos, El Nirvana hindú, la felicidad eterna, en fin, que prometen todas las culturas y todas las religiones para trascender la existencia material finita. Para decirlo con palabras más castizas y sin acudir a trascendencias ultraterrenas, se dibuja un Reino de Jauja, en el que, como diría mi madre, atarán los perros con longaniza y los apedrearán con lomo. Entre tanto, una parte de esa dama seducida que es la sociedad actual demanda más inmediatez para dar solución a los problemas que acucian a alguno de sus miembros y que pueden poner en peligro el bienestar del conjunto; a esa dama seducida no le importa que haya que tomar decisiones ascéticas- como exigen todas las religiones- en aras del bien común pero no comprende que, mientras algunos apóstoles de esa nueva religión ya han anticipado en beneficio propio ese prometido Reino de Jauja, otros tengan que resignarse a sobrevivir con no pocas dificultades en este Valle de lágrimas que decimos en La Salve o, para decirlo como en La Celestina, “in hac lacrimarum valle”, esperando ese Paraíso que ha de venir para el 2050. Los papeles cambiados: el burlador remitiéndonos a la Gloria que ha de venir, mientras la dama seducida que es la sociedad quiere realidades más tangibles para no quedarse compuesta y sin novio engañada por aquel. En el fondo, ambos piensan en el carpe diem, aunque una y otro lo interpretan de diferente manera; el primero, con la intención de mantener su estatus de confort y una parte de la dama seducida clamando igualmente por su estatus de cierto confort. En la comedia, ya sabemos que las burlas de aquel solo encontraron venganza de manos de un “convidado de piedra”, pero sabemos también que en una sociedad laica no se puede esperar que venga tal convidado vengador sino que tiene que ser la propia ciudadanía quien pida el cumplimiento de las palabras dadas con la única fuerza y espada democrática que tiene cuando la convocan a la cena electoral, “ Que no hay plazo que no se cumpla/ ni deuda que no se pague”.
P.S. Y a propósito de religiones; hoy trece de junio celebra la Iglesia Católica la festividad de San Antonio de Padua, santo casamentero y milagrero, con especialísima devoción y arraigo en la siempre entrañable tierra del Campichuelo. Como quiera que el primero de sus dones ya me fue concedido con generosidad y acierto por su parte, me atrevo a pedirle que haga uso de su capacidad milagrera para arreglar la carretera de la comarca haciéndoles ver a los responsables de su titularidad, la Diputación Provincial, que no es que sea carretera en mal estado sino que es un verdadero camino de herradura de aquellos que empezaron a trazarse en el S. XIX, con el consiguiente peligro para quienes la usan a diario o tenemos la suerte de volver cada semana al humilde predio familiar. No seremos muchos en números reales pero afecta a diez núcleos de población de esa verdadera España vaciada de la que tanto se habla y que con una mejora en sus comunicaciones tal vez pudiera recuperar parte del esplendor que un día tuvo la comarca. Es un ruego que me permito elevar a los responsables de la Diputación Provincial, con la ayuda segura de la intercesión de San Antonio y con la aquiescencia de sus devotos y allegados para que se haga realidad. Que así sea.