Colgaban de las cruces los ladrones.
Pero, ahora, en el Siglo de las Luces
del pecho del ladrón cuelgan las cruces.
Como estamos a las puertas del descanso veraniego- cada cual sabrá si merecido o no-, me van a permitir un excurso previo de relajación antes de compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el origen y las implicaciones que los versos citados pueden sugerirnos sobre diversos asuntos de actualidad.
Fue de boca del profesor y sacerdote D. Vicente Tradacete Baquero cuando escuché tales versos por vez primera mientras nos explicaba la figura retórica del retruécano, aunque- pícaro él- aprovechaba la ocasión para extraer de ellos enseñanzas morales y cívicas, que era lo que realmente le interesaba: activar nuestra agudeza crítica y el gusto por la Literatura. D. Vicente, para quien no tuviera la suerte de conocerlo, fue un sacerdote de vida ascética que se dedicó, además de a sus labores pastorales, a la lectura casi compulsiva y a la enseñanza del Latín y la Literatura desde las tarimas- pues entonces existían como elementos identificadores de la relación profesor/alumno- del Seminario, los Salesianos y el Instituto Alfonso VIII; magisterio que también ejercía en su despacho-celda del seminario en una habitación tabicada con libros. Imbuido de los ideales institucionistas- por la ILE- fue capaz de despertar en varias generaciones de jóvenes que asistíamos expectantes a sus clases tal afición por la Literatura y el mundo clásico que a alguno de nosotros nos sirvió para orientar nuestra proyección profesional; por supuesto que también contribuyó a que fuéramos abandonando paulatinamente el “pelo de la dehesa”, como él mismo repetía alguna vez pues tampoco estaba exento de cierta acidez crítica. Todo ello sin olvidar su sobrenombre de “Rey de los Unos” por ser esta una calificación muy frecuente para los menos entregados a la causa. En su persona quiero evocar la gratitud que debe la sociedad actual a profesores como él que sin tesis doctorales, ni artículos indexados, ni sexenios de investigación- los parámetros ahora vigentes- ejercieron la docencia de manera tan magistral que sí estimulaban el esfuerzo y el aprendizaje de quienes teníamos conciencia de que la educación era el mejor instrumento de promoción personal y social; desde luego, sus clases magistrales tan denostadas ahora sí que facilitaban el “aprendizaje autónomo”, mucho antes de que se pusieran de moda determinadas corrientes pedagógicas que están convencidas de haber inventado la rueda cuando en realidad fríen varias veces la manteca adobándola con mucha tecnología.
En su memoria y sin acudir al tópico de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”- pues ya sabemos que solo es pasado-, quiero sugerirles que hagan un mínimo esfuerzo para traer a colación los versos citados al principio y relacionarlos con la actualidad. De origen incierto, se han incorporado a nuestro acervo cultural en los dos últimos siglos y entiendo que son aplicables a varias situaciones si ampliamos el significado de algunos términos. Les propongo que al término cruz, en lugar de darle el significado de patíbulo justiciero, lo consideremos también sinónimo de condena judicial, cumplimiento de dicha condena o incluso proscripción social por conducta poco ejemplar cuando queremos darle valor negativo; les propongo también que cuando queramos darle valor positivo la cruz sea ciertamente la insignia con la que se reconocen méritos, pero también la concesión de regalías y promoción en la vida pública y privada que el común de los mortales entendíamos siempre que era el premio a la virtud y a la capacidad de quienes ganaban tales distinciones atendiendo a sus méritos. Serían innúmeros los casos que se podrían aducir para desmentir el aserto que acabo de hacer pero les sugiero que piensen en los siguientes: cómo desde las puertas de la cárcel se puede pasar a ser Molt Honorable sin solución de continuidad, cómo se puede convertir una persona en “hombre de paz”, con la sangre a las espaldas como principal mérito, Excelentísimo Señor, habiendo defraudado a Hacienda o a la Seguridad Social, cuidador o adalid de Servicios Sociales siendo agresor convicto, Presidente de algún consejo de administración público o privado, con el servicio al poder constituido como principal y casi único mérito… o piensen también cómo los currículos académicos falseados, salvo en algún caso, son la carta de presentación más estimada para ocupar un escaño o tener un hueco en la mesa del Consejo de Ministros. Entre tanto, los humildes mortales tendremos que sobrevivir a esta pandemia inmunda que poco tiene que ver con la versión oficial que se nos cuenta, procurar una formación verdaderamente competitiva para nuestros hijos y, sobre todo, cumplir con la legislación vigente para no ser “crucificados” con su aplicación, en la convicción de que esas otras “cruces” meritorias están reservadas para quienes no la cumplen con insolencia y les son impuestas por quienes, a su vez, se benefician de ellas. Las magníficas ilustraciones de la prensa del siglo XIX ofrecen ejemplos magistrales de esta doble vara de medir que tiene plena vigencia en este nuevo siglo de las luces posmoderno; valga como ejemplo El Motín, que se puede consultar en reproducción digital tecleando hemerotecadigital.bne.es. Pero, vamos, como les decía al principio, estamos de vacaciones y hay que ser felices como pide el cuerpo y nos insiste la propaganda oficial; a disfrutar del descanso y sean buenas personas, en el buen sentido machadiano de la palabra buenas . Feliz día del Apóstol Santiago, que todavía sigue siendo Patrón de España -ya veremos por cuánto tiempo-, y feliz verano.