La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Nada nuevo que contar


El búho ha vuelto tras el paréntesis navideño, alargado hasta el límite que, como señala el refrán, “hasta San Antón, pascuas son”, y lo ha hecho en estado puro: irónico, mordaz, corrosivo y cauto como corresponde a su esencia.

Y al igual que sucede con los grandes amigos, los de siempre, no le he preguntado dónde ha estado ni qué ha hecho, en la confianza de que cuando lo desee me lo contará, seguro.

Noto que le ha sentado bien la ausencia porque, el buen observador, ha venido con las pilas cargadas a tope, y más escéptico de lo que se fue. Me alegro, sinceramente, de que venga así, porque al búho no le pega el papel conciliador, blando y contemporizador, no. El búho siempre ha sido un guerrero, transgresor, rebelde hasta la anarquía y consecuente. Todo un personaje al que daba pena ver, semanas atrás, cómo andaba tirado por el suelo, sin ser capaz ni de llegar a la rama de olivo que cada uno tenemos asignada en la vida, aunque ni él ni yo seamos mochuelos de una sola rama fija, sino más bien nómadas a los que nos gusta andar por la vida recalando en parajes por conocer.

Fui a verlo, a su árbol, el jueves pasado, y el búho me recibió con un chasquido de pico -amable y hasta conciliador- y me invitó a sentarme en su rama. Realmente no supe cómo iniciar la conversación, y recurrí al tópico de siempre, comenzando con aquello de: "¿Y qué tal por esas tierras que has visitado. Algo nuevo que contarme?". Tras un breve silencio, el búho me miró fijamente -como sólo saben hacer los búhos- y me dijo con voz serena que denotaba cierto punto de amargura: "Ha habido de todo. Por unos sitios mejor que por otros, aunque eso ya lo esperaba. Un viajero como yo, no se emociona fácilmente con la primera cosa que ve. Hay que ser escéptico, para alcanzar la objetividad".

Permaneció en silencio durante una eternidad, y dijo: "¿Por aquí ha cambiado algo, o todo sigue igual? Lo digo, por si ha habido algo importante, o solo se habla de proyectos para la ciudad, que nunca se cumplen, promesas electorales y humo que siguen vendiéndonos como siempre. Y lo digo porque mientras aquí discutimos sobre si son galgos o podencos, en otros lugares -geográficamente cercanos- su filosofía es crear tejido empresarial; desarrollar proyectos viables y no perder el tiempo en alianzas inútiles. En resumen: más de lo mismo e igual que en los últimos cien años. Y así va todo; unos viento en popa, y otros entretenidos fabricando ilusiones vanas", dijo el búho mientras me ofrecía un aromático y apetitoso cigarro puro, recién traído de su viaje por esos mundos lejanos a los que, de vez en cuando, se marcha el búho a cargar las pilas y aprovechar para salir de la monotonía de una ciudad que camina sin rumbo, por pura inercia y sin más destino que seguir arrastrándose con lentitud, a medio camino entre la nada y ninguna parte.

 

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