En el momento en que escribo estas líneas, ya se han abierto las puertas de los corrales del Ayuntamiento, dando inicio a las vaquillas de San Mateo, tan esperadas por todos los conquenses después de dos años sin haber podido celebrarse por culpa de la pandemia; y cuando el lector lea el artículo, ya se habrán cerrado definitivamente esas mismas puertas, hasta que el año que viene vuelva a celebrarse la fiesta. Es lo que tiene este tipo de publicaciones, que sólo salen a la luz cada semana, por lo que se pierde la agilidad en la comunicación de la noticia de última hora. Sin embargo, también es cierto que lo que se pierde por una parte, también se gana en otros aspectos diferentes, como es la capacidad de reflexión y en la profundidad de los temas a tratar. Y es que algunas veces, en este mundo en el que sólo importa la velocidad, la inmediatez de los resultados, conviene que nos paremos a reflexionar más detenidamente en las cosas que nos rodean; que nos detengamos un poco a contemplar el paisaje que nos rodea, que nos olvidemos por un momento de cuál es nuestro destino, y que nos detengamos para contemplar el paisaje que enmarca el camino que nos ha de llevar a ese destino.
Por ello, no quiero hablar en este artículo de las celebraciones mateas; otros habrá, seguramente, que traten el tema con la presura a la que obliga el comentario de las últimas noticias. Tampoco voy a hablar de esa otra noticia trágica, ya no tan reciente, que se ha producido a muchos kilómetros de distancia: el hallazgo de los cuerpos de varios centenares de soldados y civiles ucranianos, torturados y enterrados en fosas comunes, que tanto nos recuerda a aquel otro hallazgo similar, producido en el boque de Katyn, en Polonia, recuerdo de otros crímenes de guerra que fueron protagonizados por ese mismo ejército ruso, durante la Segunda Guerra Mundial; otros habrá que lo traten con una mayor profundidad. No; de lo que quiero hablar es de algo que los conquenses venimos sufriendo desde los primeros días del mes de septiembre, y que ha venido a dificultar, todavía más, la comunicación rodada en algunas zonas de nuestra ciudad.
Y es que si el cierre del tren convencional -un cierre que, por otra parte, se está llevando a cabo de una manera sospechosamente rápida, retirando en algunas zonas las traviesas, como si se quisiera dejarlo todo hecho antes de las próximas elecciones, como para evitar que los nuevos gobernantes del país y de la comunidad pudieran tener la tentación de intentar recuperarlo-, ha puesto de manifiesto los problemas externos de comunicación entre nuestra ciudad y nuestra provincia y el resto del país, las últimas decisiones tomadas desde el Ayuntamiento están poniendo ya de manifiesto, tal y como algunos pensábamos, los muchos problemas que ha traído la decisión de peatonalizar una calle que es, en realidad, una de las principales vías de comunicación entre las diversas zonas de la ciudad.
¿Era realmente necesaria la peatonalización de esta calle, una de las más transitadas de la ciudad, como digo, como punto de referencia y unión, una vez peatonalizada Carretería, entre las dos principales zonas de extensión de la ciudad, las respectivas salidas hacia Madrid y hacia Valencia? ¿No era suficiente con la situación anterior de la calle, con un uso compartido entre peatón y vehículos, de manera que era el primero el que tenía ya la preferencia, obligando al segundo mantener una velocidad inferior a lo que suele ser usual en este tipo de vías? ¿A quién beneficia esta decisión del Ayuntamiento, y cuáles son las verdaderas motivaciones que están detrás de ella? Algunos pensamos que están lejos de tener algo que ver con cualquier cosa que pueda referirse a dar un mejor servicio al conjunto de los ciudadanos.
Desde el 1 de septiembre, fecha en la que entró en vigor la nueva reglamentación de la calle, y lo que conlleva para otras zonas de la ciudad, como los vecinos del barrio de Tiradores y los del Parque del Huécar, los problemas se han venido sucediendo. Y menos mal que el Ayuntamiento retrasó su primera decisión de ponerla en vigor el 1 de agosto: de todos es sabido que este mes, de gran afluencia de visitantes, turistas y conquenses, de la ciudad y de la provincia, que viven lejos por culpa de una emigración sobredimensionada, el caos circulatorio que se produce en la zona centro es desolador, y habría sido inabordable de haber sido así. El problema se recrudecerá otra vez durante el verano del año que viene, pero entonces, quizá, los regidores que gobiernen los destinos de nuestra ciudad ya no serán los mismos.
En efecto, los problemas se han sucedido, y no sólo durante esos primeros días, de manera que no es extraño ver como algunos conductores se saltan la dirección prohibida, en la propia calle Tintes o en la calle Doctor Galíndez. Raro es que todavía no se haya producido un accidente en esta última calle, demasiado estrecha para una circulación global de la ciudad. En ocasiones, los conductores no tienen la culpa de unos problemas que pueden ser achacados a la mala colocación de las señales de tráfico; algunas faltan en la zona, y otras, que ya no son necesarias, no se han retirado. Por otra parte, cuando se toma una decisión de estas características, se hace con todas sus consecuencias, para lo que se requiere la presencia, antes y después de su puesta en vigor, de la Policía Municipal: antes, para informar a los conductores que usan esa vía; después, si es necesario, para multar a los que la siguen utilizando erróneamente. La situación ha sido tan extraña, que incluso durante varios días no se ha podido recoger la basura en algunas zonas del Parque del Huécar, debido a que el camión de la basura no ha podido girar en algunas calles para llegar a los contenedores.
Y es que, en el supuesto caso de que esta peatonalización de la calle Tintes hubiera sido necesaria, algunos consideramos que no se ha realizado de la manera más adecuada para evitar castigar todavía más a unos vecinos, los del Parque del Huécar, que desde hace ya demasiado tiempo vienen sufriendo demasiados problemas, tanto de ruido como de limpieza, o incluso de seguridad ciudadana; problemas que están relacionados, todos ellos, con la celebración en esta zona del ocio nocturno. Podría haberse dejado la calle Doctor Galíndez en el mismo sentido que ya tenía antes, de entrada al barrio, habilitando la salida por la calle Parque del Huécar hacia la calle del Agua, una calle que sería de sentido salida en su primer tramo, hasta el aparcamiento de la Plaza de España, dejando a partir de ahí, tal y como es ahora, de doble sentido. Sería mucho más lógico, y sobre todo, evitaría la inseguridad que la decisión ha generado entre algunos conductores.
Al poco tiempo de entrar en vigor la peatonalización de la calle Tintes, ya hubo quejas de los vecinos del barrio de Tiradores Bajos, que veían como estaban obligados a dar una enorme vuelta para poder acceder con sus vehículos a la zona de la Puerta de Valencia. Es verdad que este problema concreto se solucionó rápidamente, después de una reunión mantenida con el concejal de movilidad, pero otros problemas siguen sin solucionarse. Más recientemente, los vecinos de la calle de Las Torres han denunciado que, y citó literalmente, “peatonalizar Tintes y Tiradores ha convertido el tráfico en Las Torres en insoportable”. ¿Se va a reunir también, el concejal o el propio alcalde, con los vecinos de esta zona para solucionar sus problemas de movilidad? Sería de desear que así lo hiciera: la obligación de todo Ayuntamiento es facilitar en lo posible la vida de sus conciudadanos.
Sin embargo, algunos no podemos evitar llegar a la conclusión de que en Cuenca existen ciudadanos y vecinos de primera, y otros de segunda… o incluso de tercera o cuarta categoría. Lo digo por lo que me cuentan algunos vecinos del Parque del Huécar, que llevan ya algunos años intentando que el alcalde les reciba como sí ha hecho, y además en muy poco tiempo, con los vecinos de otros barrios. ¿Conseguirán estos vecinos reunirse alguna vez con el alcalde, y podrán contarle a éste todos los problemas que vienen teniendo desde hace ya mucho tiempo, demasiado, que son consecuencia de la nula aplicación que en nuestra ciudad, y en concreto en esta zona, se hace de las diferentes ordenanzas municipales? En alguna ocasión ya me he referido al problema desde esta misma tribuna, y desde entonces no se ha hecho nada, antes al contrario, para solucionarlo.