En la anterior entrega sobre el Avance del Plan de Ordenación Municipal (POM) de Cuenca, dejamos constancia del eje central del mismo, que al incidir en la regeneración y consolidación urbanas excluía de inicio la posibilidad de crecimiento de la ciudad.
Entiendo que tal planteamiento es contrario al objetivo que debería ser central en Cuenca, y que no es otro que el crecimiento significativo en actividad económica, y por ende de la trama urbana, que revierta la grave despoblación que el propio avance del plan no deja de reconocer.
Sobre el papel, y un plan es solo eso hasta que se desarrolla, la ciudad tiene que tener la posibilidad de crecimiento ordenado y significativo, que de eso se trata. Cuando menos, que conste por escrito el propósito y la voluntad colectiva y de los gobernantes, otra cosa es que finalmente se consiga, que en ningún caso va a ser si se niega de inicio.
Un objetivo que el plan se limita a definir en estos términos: “Afrontar una despoblación incipiente, alimentada por una baja actividad”. Coherente con lo anterior sería programar una ciudad en crecimiento que busque las condiciones de posibilidad, precisamente para esta actividad económica tan necesaria en Cuenca y provincia.
En lo que se refiere precisamente a las condiciones urbanas para el crecimiento económico, se hace preciso señalar que el plan define los terrenos de Renfe, con cierto desfase, como objeto de integración urbana “ante el posible desmantelamiento del tren”. El tren ha sido finalmente desmantelado, y con ello han disminuido las de por si reducidas posibilidades de hacer realidad la necesaria actividad económica.
El plan (su avance), no define en este punto los términos en que dicha integración se puede producir, mas allá de vaguedades del tipo: “Se presenta la oportunidad de su tratamiento como un vacío urbano”.
Mal futuro tiene el desarrollo económico de esta ciudad si ni tan siquiera somos capaces de definir como objetivo la utilización de estos terrenos para la actividad empresarial, no en su totalidad evidentemente.
Sí habla el plan de desarrollos de “baja densidad” para estos terrenos, eufemismo para no decir que quedarán en su mayoría baldíos para el objetivo de hacer ciudad y crear condiciones favorecedoras para la implantación de empresas. No deja de estar ello en consonancia con el hilo conductor del plan, que no es otro que la exclusiva consolidación y regeneración de lo existente, que renuncia al crecimiento y avoca a la contracción.
¿Desarrollo de baja densidad en el centro de una ciudad que merezca tal nombre?
Recoge el plan el desplome demográfico severo de la provincia, al tiempo que valora esa contracción como moderada en la ciudad. Es cuestión de tiempo que el declive de la provincia se contagie en toda su plenitud a la capital, mas aún si la ciudad renuncia a crecer y a “tirar” de la provincia.