La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Por los cuatro costados


Arde el país por los cuatro costados, y no es una metáfora. Miles de hectáreas de monte calcinadas, centenares de personas desplazadas de sus hogares, habiéndolo perdido todo o casi todo. Ruina y desolación en una España que se consume poco a poco, unas veces por vaciada y otras por el abandono de nuestros espacios naturales a los que los políticos no prestan atención salvo para salir en la foto cuando ya ha ocurrido la tragedia. Foto que sirve para dejar al descubierto su inutilidad y mostrar el poco interés por los problemas reales de los ciudadanos a los que les piden el voto con el único objetivo de perpetuarse en sus cargos.

Cierto es que el cambio climático influye de manera decisiva en la generación y propagación de los incendios, pero no deja de ser también cierto que la mayor parte de culpa la tienen quienes no saben planificar las tareas de mantenimiento y conservación o, peor aún, a sabiendas de las consecuencias que el desastre acarreará, fían todo a la rentabilidad de los escaños y pasan olímpicamente tras personarse en el lugar de los hechos, poniendo cara de circunstancias y prometiendo ayudas que, en la mayoría de los casos, o no llegan nunca o son insuficientes.

Y mientras arde el país, dejando tras de sí un paisaje calcinado, miles de hectáreas arrasadas y cientos de miles de euros consumidos por las llamas, nuestro amado líder Tarquinio ‘El Soberbio’ anda dictando leyes y concediendo subvenciones y diseñando promesas para asegurarse el triunfo en los próximos comicios, a base de ganarse la voluntad de los incautos, por la módica cantidad de 300 euros (se repiten las 30 monedas), compensación que, como es obvio, no sale de sus bolsillos, sino del de todos nosotros. Barata forma de ganarse adeptos.

Comenzaba estas líneas diciendo ‘Arde el país por los cuatro costados’, aunque adelantándonos al futuro, más bien cabría ir diciendo ‘se congela el país’, teniendo en cuenta las previsiones (o mejor dicho, imprevisiones), que nuestros gobernantes tienen respecto a las reservas de gas de cara al invierno próximo. Mientras nuestro amado líder se hace la foto en la inauguración de un tren (que no es el esperado por los ciudadanos), Mario Draghi se dedica a visitar Argelia para sellar un acuerdo de abastecimiento de gas para no depender de los caprichos de Putin. ¿No podría haber hecho lo mismo nuestro amado Pedro? Claro que, conforme están las relaciones diplomáticas con Argelia, no es procedente ir a pedir favores y mucho menos firmar convenios de colaboración. Esa es la diferencia entre políticos de talla y políticos de altura superior al estándar español, por mucho inglés que domine y muchas palmadas que le diera Biden en la última cumbre de la OTAN. 

Pero no nos preocupemos antes de tiempo… Cuando llegue el invierno y no podamos encender la calefacción, ni utilizar el agua caliente, ni comprar los alimentos básicos, volveremos a escuchar en los informativos de todas las cadenas, la voz de la sinceridad que nos volverá a largar un discurso triunfalista, cargado de tópicos, frases grandilocuentes y no menos grades promesas, de cara a un futuro cercano. Sí, cercano, porque se acercarán las elecciones y hay que seguir vendiendo la burra a los pobres idiotas que la compran.

La memoria es frágil, como los sueños y las mentiras. Más vale que la próxima vez nos pille despiertos a todos y no nos dejemos convencer y volvamos a comprar a los buhoneros de la política sus mágicos crecepelos, bálsamos de la felicidad y elixires contra el dolor de muelas. Lo único que pienso comprar es un tónico contra los engaños. Eso sí, creo que aún no lo fabrican. ¡Joder, con la falta que hace!

 

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