La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Se apagan las luces, bienvenido invierno


Se acabó la navidad. Se apagaron las luces y entramos de lleno en periodo invernal, con frío, nieve, lluvia y noches largas, tardes caseras y un cierto letargo que contrasta con el júbilo que hemos vivido estas semanas pasadas.

Qué navidad, no me digan que no. Iba a ser la primera normal de la nueva vida y al final, como el año pasado, ha tenido un invitado poco agradable de nombre más parecido a una marca de bolígrafos que a un virus: Omicrón.  Y todo ello con una nefasta previsión en la disponibilidad de test-como en todos los recursos materiales necesarios para contener esta pandemia-, y en caso de conseguirlos con un uso inadecuado en muchos casos.

No hemos renunciado a nada dentro de nuestras posibilidades. Algunos y desde mi punto de vista más incautos, en reunión con toda la familia, amigos y demás personas de su entorno social. Otros más precavidos en su reducida área más familiar, y desgraciadamente –o no, quizás habría que preguntarles- algunos en soledad. Y la gran mayoría sin duda, comiendo y bebiendo como el nacimiento del Niño Jesús merece. Unos con vacaciones, otros con fines de semana largos, los peor parados, eso, parados. Y otros disfrutando de su jubilación. En definitiva, a pesar de todo, navidad.

Pero como todo lo que depende del calendario, se van los reyes magos con sus sacos vacíos y todo termina de repente. Siempre me ha llamado la atención la oscuridad que se percibe y la excesiva calma cuando a media tarde del día 7 de enero sales a la calle y de repente ese resplandor originado por la iluminación navideña ya es solo un escaso recuerdo en la mente por la imagen de tanta bombilla apagada. El silencio de cada uno a lo suyo como en un fin de fiestas de manual. 

Los niños vuelven al cole y arrancamos de nuevo ese motor que nos mueve y que llamamos rutina. Siendo enero una rutina invernal, quizás la estación que menos se identifica con España, un país identificado con el sol. Y con ello, frío mucho frío que comenzará atenuarse a finales de febrero, al poco de terminar esa temida cuesta de enero que cada vez parece llevar más pendiente y durar más. 

Nuestro cuerpo no es ajeno a estos fríos y con algunos consejillos básicos, podemos hacernos más llevaderas estas próximas semanas. Porque en esta época somos propensos a sufrir enfermedades respiratorias, aumentar de peso y sufrir estrés depresión. Consecuencia de un frío que debilita el sistema inmunitario fundamental para la defensa del organismo y de unos días con menos interacción social y menos luz.

Fundamental, los cuatro indispensables. Dieta saludable y adecuada a este tiempo, adaptándonos de forma progresiva a una alimentación más equilibrada que la de las fechas navideñas. Atención especial al aporte de vitamina A, C y D de forma natural, contando en nuestra dieta con los cítricos- como producto estrella en este ámbito con nuestra naranja-, verduras de hoja verde o lácteos.

Ejercicio físico, más ajustado a la realidad que a los propósitos de primeros de año. Equilibrado a nuestro estado de forma y progresivo. Aprovechar las horas de sol y con ello mayor temperatura para convertir de nuestro espacio vital- pueblo o ciudad- en nuestro gimnasio, por ejemplo, con un paseo diario de una hora aprovechando los desplazamientos que por nuestra actividad diaria tengamos que hacer-trabajo, colegio.

Controlar el nivel de ansiedad y de estrés, que nos debilita no solo a nivel inmunológico, sino también en nuestro estado físico general. Y dormir bien, respetando el sueño al menos de siete horas diarias, que bajo una buena manta se convierten sin duda en muy placenteras. Mucha atención también a nuestro estado de ánimo que en invierno decae de manera importante. 

Pero no solo de vida saludable viven nuestras defensas. En este tiempo bajo cero, es fundamental que mantengamos estable nuestra temperatura corporal cuidando los cambios bruscos de temperatura. Manos, pies cabeza y garganta son las zonas por donde más calor pierde el cuerpo y por ello debemos tenerlas bien protegidas con la ropa adecuada para ello.

Y cuidar mucho nuestra higiene y hábitos. Virus y bacterias encuentran en el invierno su hábitat perfecto. Es por ello que la mejor barrera es tomar una serie de precauciones, que ya conocemos muy bien y que se resumen en distancia, buena higiene de manos, ventilar con periodicidad los ambientes cerrados y evitar tocarse los ojos, la boca y nariz. De ello ya hablamos hace unas semanas refiriéndonos al resfriado común y venimos haciéndolo de forma periódica con la COVID 19.

Respecto a los ambientes cerrados me gustaría resaltar la importancia de una adecuada ventilación, de al menos 30 minutos diarios. Al igual que el lavado e higiene de manos, se ha puesto de moda con estos meses, pero es algo cuya importancia va más allá de esta. Las diferencias térmicas que se producen en invierno, generan un alto nivel de condensación y con ello de humedad en el hogar, causa de aumento de enfermedades respiratorias. No olvidemos también la posible acumulación de gases en caso de funcionamiento irregular de algunas soluciones de calefacción -monóxido de carbono- que puedan ocasionar la muerte.

Para terminar, resalto este último consejo por la idiosincrasia que una vez más nos presenta este nuevo año: Vacúnense de todo lo que les indique el personal sanitario, pero especialmente en esta época de la gripe a partir de determinadas edades y como no, de la COVID 19. Si tenían dudas, solo tienen que ver la incidencia que estamos sufriendo y la baja gravedad salvo excepciones en personas debidamente vacunadas. No se la jueguen.

Feliz 2022.


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