La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Subordinación


Para entender cabalmente la historia de España hay que leer a Marcelo Gullo y a Elvira Roca. Aún hoy somos hijos ideológicos de la leyenda negra, la que inventó y propagó el poder emergente anglo-holandés que vino a sustituir al longevo y civilizatorio imperio español.

Y es el profesor Gullo el que, y cito la Wikipedia, “denomina como insubordinación fundante al proceso por el cual las naciones, mediante una actitud de insubordinación ante el pensamiento dominante de una época, y, a través de un impulso estatal eficaz, logran alcanzar un “umbral de poder” necesario para convertirse en actores internacionales independientes.

Gullo encuentra que los países pueden alcanzar un umbral de poder alto que les permite subordinar a otros países, tomar decisiones que afecten a esos países.”

 ¿Difícil aterrizar el concepto de insubordinación fundante en la historia reciente de Cuenca? Al contrario.

Con el estado de las autonomías que nos dimos los españoles con la Constitución, las regiones adquirieron un “umbral de poder” que convierte a nuestro país en una nación cuasi federal, diríamos que federal de facto. Mas que federal incluso ante privilegios territoriales como el cupo vasco y solo vasco.

Y a Cuenca le tocó integrarse en un territorio sin más base o justificación que la voluntad de cerrar un estado autonómico que acompañara a las comunidades históricas.

No por artificial Castilla-la Mancha ha dejado de adquirir, junto con el resto de comunes, un umbral de poder muy cercano a las llamadas nacionalidades históricas.

Y ese poder que gobierna las cinco provincias que nos constituyen como entidad jurídico-política tiene una tricefalia gobernante en Toledo, Albacete y Ciudad Real. Como todo poder, tiene corte, y está en Toledo, y cortes volanderas en Albacete y Ciudad Real.

Y para aterrizar en la realidad conquense se hace necesario voltear el concepto del profesor Gullo. Porque lo que tenemos en Cuenca con esta tricefalia regional es una evidente “subordinación fundante”.

En cuarenta años, que paradójicamente también celebramos en Cuenca, el crecimiento de ese poder regional ha sido exponencial según iba vaciándose el estado a favor de las comunidades autónomas (sanidad y educación).

Hay un poder ajeno a los intereses de Cuenca porque atiende a intereses propios y subordina los de Cuenca, considerados de menor condición. Mientras el triunvirato alcanzaba el umbral de poder, Cuenca traspasaba el de la marginación y la subordinación.

Esta y no otra es en mi opinión la causa principal que ha privado y privará de un futuro en su tierra a generaciones de conquenses.

Y también podemos aterrizar en Cuenca el concepto de “leyenda negra”, de forma que son muchos los conquenses que han asumido que el lamentable estado de su tierra tiene su causa y origen en algo llamado “EA”, esto es, que la víctima es el culpable.

Igual que son muchos los españoles que asumen la leyenda negra de un imperio brutal y depredador, el español, cuando la realidad histórica reflejada en la obra de Elvira Roca y Marcelo Gullo evidencia que fue tan conquistador por la violencia como tantos otros que vio la historia, y sin duda alguna mas civilizado y civilizatorio que el anglo-holandés que vino a sustituirlo.

Subordinación ideológica o de relato es compañera inseparable de eso que hemos llamado subordinación fundante. Y es en esa subordinación ideológica que los conquenses celebramos los 40 años de autonomía, con convicción incluso.

 

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