La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Todo a cambio de nada


Supongo que muchos de ustedes, al iniciar la lectura de esta entrega semanal, pensarán que ando falto de ideas y he tenido que recurrir al tópico de la fecha señalada como Día de la Madre y rendir de esa manera homenaje a la persona que con más incidencia marca nuestras vidas.

Por eso dedico la columna de esta semana, inicio de mayo, a dar las gracias a quienes lo dieron todo por nosotros, sacrificando a veces su propia vida y sus anhelos, con tal de que los hijos no sufriéramos las privaciones a las que ellas se vieron sometidas.

Cada uno conserva diferentes recuerdos de su madre. Ella es quien nos da la vida y hace que resulten confortables los años más importantes de nuestra formación como personas. Y lo hacen, desde el conocimiento y la entrega total, aprendiendo cada día de los errores porque, que yo sepa, no hay escuelas donde se enseñe a ser madre. Todo lo que hacen es a expensas de lo que buenamente puedan hacer por nosotros. Todo a cambio de nada. Entrega sin límites.

Los hijos descubrimos la vida entre el calor de sus manos, y crecemos a pasos agigantados olvidando, en la mayoría de los casos, todo aquello que nuestras madres hicieron cuando éramos desvalidos.

Jamás escuche de labios de mi madre un reproche, ni una queja. Sé que hubo momentos, muchos momentos de dolor y tristeza, de lágrimas contenidas y de sufrimiento, que ella siempre supo endulzar con una caricia, con una mirada de complicidad o con un beso. 

A medida que pasa el tiempo entiendes sus sacrificios y tratas de compensarlos de alguna manera, aunque resulta difícil dar tanto como ella nos dio, desde el primer momento de nuestra vida, hasta su último aliento. 

La figura de la madre siempre está presente en nuestras vidas, y no solo en un día señalado para homenajearla, porque pienso que el mejor reconocimiento es demostrar el cariño hacia ellas todos y cada uno de los minutos de nuestra existencia. Tiempo para dar, sin reparar en costes ni egoísmos, porque ellas jamás lo fueron con nosotros, ya que tuvieron el valor de afrontar la vida con entereza para que nosotros, los hijos, disfrutáramos de todo aquello que a ellas se les negó. ¿Hay mayor prueba de altruismo?

En día tan señalado como hoy, sirvan estas pocas líneas para dar las gracias a todas y cada una de las madres del mundo. Vayan mis palabras para quienes todavía pueden abrazar y besar a sus madres y susurrarle al oído: ‘Te quiero’. Para todas ellas, presentes y ausentes.   

 


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