Siendo un joven y voluntarioso trabajador tuve problemillas con el jefe, un tal “Bueno”, que era de todo menos bueno. Llego a tenerme tan harto por sus incumplidas promesas que tuve que reclamarle mis derechos. He de reconocer que alguna vez me pase, como cuando le llame ladrón en voz alta en la cola de una ventanilla de Caja Madrid. No fue suficiente e hice lo que más le molesta a los que se creen por encima de los demás, y entré en su oficina a reclamarle mis derechos, y mientras el permanecía sentado yo estaba de pie, apoyando los nudillos de ambas manos en su mesa en actitud desafiante, él estaba próximo a su jubilación y yo con veinte pocos años y un envidiable físico, exhibiendo mi musculatura. El nervioso me decía “siéntate”, pero no lo hice. La cosa funcionó, y al poco conseguí que me despidiera. Aún recuerdo a su secretaria, que sabía de lo ocurrido, diciéndome que por qué no le pedía todo lo que me adeudaba, a lo que le contesté que más perdía él. Al mes siguiente ya cobré cuarentaicinco mil pesetas más en la empresa de un exsocio del tal “Bueno”. Tristemente, al jefe que nos gobierna es difícil pillarlo por lo bajo, salvo que seas Rey y te llames Felipe, y no podemos apabullarlo con nuestras exigencias, que bien que nos está jodiendo el bolsillo. Y para no ser menos la doña, doñe, Begoñe, me dicen que estuvo en casa de su papi saunero en la ínclita Huete con sus retoñas, y como está muy lejos de Moncloa lo hizo en “alicotero” (así lo llamaba el resinero), por todo lo alto. Y es que revestida de grandeza en su vuelta a la patria parental ha venido como caída del cielo, y eso pensará un señor con vara de nombre Francisco, el que con su humilde condición de servidor de sus paisanos podría exclamar ¡ojo la que me ha caído del cielo!, que uno con las cosas estas de las adjuntas disfuncionales no sabe si es un para bien o una desgracia.
De lo alto cae la lluvia, y casi siempre es bienvenida. De lo alto caen las bombas en Ucrania, y no son bienvenidas. De lo alto el socorro de los que en el cielo ponen sus esperanzas, y no pasa nada. De lo alto el agua que ha apagado los mil incendios del verano, y menos mal que algo funciona. Ojalá caiga de lo alto el que nos ha dejado en lo mas bajini de Europa, y que no le pase na, que se de alguno que como lo pille lo va a dejar irreconocible, osease: menos guapo. De lo alto caerá la nieve, y será bueno que caiga también sobre los humildes mortales una nevada que nos cubra y tape todo lo asqueroso del genero humano, que tras el aguachirle nos favorezca una nueva primavera, sin bombas, lluviosa, sin los jodíos ínclitos que nos van a hacer pasar frio este invierno, total por estar unos mesecillos mas en un palacete que los pobrecicos pagamos.