A medida que avanza la temporada taurina en la Opinión no sé quién me pone la capota, si soy el torero o un toro que entra al trapo de lo que me echen encima. No sé si soy el resinero o si el resinero me manipula. No sé si decir que soy resinero para ser ordinario, o si soy ordinario y ser resinero me sirve de disfraz. El resinero es todo menos ordinario, pero la gente, en general, es ordinaria como yo. Aunque no esté bien visto ser vulgar, no nos damos cuenta, que pocos son los que se libran. El resinero sabe que aún hay gente de bien, aparte de los que escribís en este medio.
Quisiera no fijarme en las personas menos ordinarias que se puedan imaginar: los cutres. Pero es que es inevitable, cuando veo a los ministraos, y entre veintitantoas ninguno con más dignidad que mi vecino “el ministro” que es albañil de toa la vía. Ellos viven en el teatro de las maravillas, y representan una pantomima. Anidaron en un balcón con vistas, y ahora solo ven nuestros cocotes, no la cara que se nos queda con cada nueva ley que sacan. El más estirao trajeao y cursi vivaquea en las alturas, en otros países, en otros mundos allende los mares, la pirenaica o la subbética, y claro, cuando baja del pedestal del avión, halicotero, o de donde sea, que se lo tiene muy subido, los “ordinarios” gritan: ¡que te vote Txapote!
Nos bombardean diariamente en todos los medios con mentiras y medias verdades, pero nunca con la verdad a pelo. Mi trasero en la borrica a pelo montó muchas veces, y alguna se cayó del burro. Y es que como no queremos ser ordinarios, no ambicionamos montar a pelo, ya que es más incómodo, y preferimos que nos den una cabalgadura asnal, siempre que sea bien embridada, bien enalbardada o ensillada. Con albarda si nos dan suministros sus señorisísimas eminentisísimas que diría Sancho; o ensillada para salir corriendo en caso de necesidad, cuando no queremos que nos compren con doscientos verdes o el IVA reducido de las bolsitas de manzanilla con anís. Zapatero fue zejilisísimo, y ahora es furtivisísimo aquí y allí, chaveando o madurando. Mariano revestido de Marianísimo pasó por aquí, y aquí no pasó nada. Pitos flautas, por Z por M, o por Su Sanchidronísima, a los ordinarios nos están dejando en cueros, dispendio que teníamos en exclusiva los ordinarios de siempre cuando defendíamos en gayumbos nuestra ordinariez y nuestra pobreza en el pinar lavándonos, o en pelotas en el rio.
En la extranjería, entre la macronería versallesca y los de la difunta reina inglesa, yo me hago un Saboya y me quedo con la Meloni, eso sí, que no me pongan la banda, ni una condecoración, sibilina o isabelina, como al mierdero de Petro, ese mecaguen los presos, que el resinero no quiere que nadie le imponga una ordinariez si no es su Majestad. Pa ordinario ya estoy yo.