La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

¡Viva el Rey!


No he tenido la oportunidad de ser cortesano y, tampoco se muy bien qué es eso de ser monárquico. Lo que sí he tenido presente todos los días de mi vida, es que nací en una dictadura y he acabado viviendo en una democracia. Durante este viaje vital, que ha sido mi vida, he participado del avatar de tantos cambios, algunos de ellos bien difíciles, superados con la complicidad de muchos. 

No era fácil en aquellos días de mi juventud asimilar los cambios, aun sería más difícil propiciarlos, ser el artífice de una transición, que a decir de todos los que la vivimos, fue modélica, un ejemplo a seguir para muchos de los regímenes absolutos que hay en el mundo. 

Las fuerzas vivas de aquellos tiempos no tenían mucha idea de lo que había que hacer; tampoco sabían cómo hacerlo; sólo cabía dejar que los máximos responsables tomaran las decisiones, obedecer las consignas y rezar para que se acertara. 

El régimen estaba muy fuerte. Tenía el poder político, los medios de comunicación, las fuerzas armadas y los cuerpos de seguridad. Ninguno de estos cuerpos tenía tradición democrática: el ejercito estaba más preparado para reprimir a los ciudadanos nacionales que para defender la nación de una agresión extranjera; y lo mismo sucedía con el resto de cuerpos de orden publico, a los cuales se les llamaba peyorativamente  con nombres como maderos, grises o picoletos. Es admirable la transición a la democracia de todos ellos, llegando a ser hoy de las instituciones más reconocidas socialmente y mejor valoradas. 

Recuerdo las tensiones sociales, las huelgas y manifestaciones, la legalización de los partidos políticos y de los sindicatos. Los cónclaves de los políticos para redactar una constitución y los famosos pactos de la Moncloa. Por supuesto, el colofón, que en realidad fue un punto y seguido, llegó con el intento de golpe de estado del veintitrés de febrero del noventa y uno.

Ese día, el máximo artífice del proceso, echó el resto, garantizando con su buen hacer la continuación del proceso democrático que ha proporcionado a España la mejor etapa de su historia. 

Es de manual, que cambios tan importantes sólo son posibles si se pone distancia entre los que, en el caso de España, participaron en la guerra civil y resolvieron sus diferencias violentamente y las futuras generaciones. Durante el tiempo de la dictadura cicatrizaron las heridas y se preparó el terreno para que se pudiera construir un mejor futuro. En el ejemplo bíblico, el pueblo de Israel peregrinó por el desierto durante cuarenta años, tiempo suficiente para que la generación que participó de la salida de Egipto hubiera desaparecido. Hoy las generaciones viven más y puede que estos cuarenta años se queden cortos. Aun así, la transición fue ejemplar gracias al pueblo español y a un sin fin de personas, de las cuales, sólo mencionare a dos, aunque son muchos los que están en la mente de todos, hombres y mujeres de diferentes sensibilidades que fueron capaces de ponerse de acuerdo para construir un mejor futuro para la nación española, el Presidente Suarez y el Rey D. Juan Carlos.  

Hace varios años que, personas mal intencionadas, dicen que la transición no fue así, que fue un mal negocio para muchas personas. Los escucho y no acierto a comprender sus intenciones. Puede que engañen a algunos, que otros se dejen engañar (ellos sabrán por qué), pero no pueden engañar a quienes vivimos todo el proceso. Hay quien ha sacado a la palestra, con poco pudor y menos vergüenza, la guerra civil, intentando abrir heridas que ya habían cicatrizado.

Tienen razón quienes dicen que el rey sólo es un hombre. D. Juan Carlos de Borbón, ahora un señor mayor, parecido a cualquier abuelo, si tenemos en cuenta su trayectoria y su obra, es un gigante. Un hombre normal que se ha superado y ha trascendido, dejando una magnifica herencia para este país. Además, un rey también es un símbolo que representa a toda la nación.

Cuando escucho palabras ofensivas contra su persona, me suena mal y pienso que, todos estos (dicho en román paladino)  perriflautas,  que lo desprecian constantemente en los medios de comunicación, lo que quieren, como decía Lampedusa en su famosa novela, es ser El; para más inri, todos ellos nacidos en tiempos de democracia. La posibilidad de que personas así pudieran algún día ocupar la Jefatura del Estado de mi país, me revuelve el estómago y me sale de lo más profundo, sin ser cortesano y, sin saber si soy monárquico, pero acatando la constitución, un: ¡VIVA ESPAÑA! Y ¡VIVA EL REY!

 

Quienes somos:

  • Dirección y coordinación Alicia García Alhambra
  • Redes Sociales y Contenido Audiovisual: José Manuel Salas
  • Colaboradores: Pepe Monreal, Jesús Neira, Enrique Escandón, Martín Muelas, Cayetano Solana, Manuel Amores, Antonio Gómez, Julián Recuenco, Ana Martínez, Carmen María Dimas, Amparo Ruiz Luján, Alejandro Pernías Ábalos, Javier López Salmerón, Cristina Guijarro, Ángel Huélamo, Javier Rupérez Rubio, María Jesús Cañamares, Juan Carlos Álvarez, Grisele Parera, José María Rodríguez, Miguel Antonio Olivares, Vicente Pérez Hontecillas, Javier Cuesta Nuin, Vicente Caja, Jesús Fuero, José María Rodríguez, Catalina Poveda, José Julián Villalbilla, Mario Cava.
  • Consejo editorial: Francisco Javier Pulido, Carlota Méndez, José Manuel Salas, Daniel Pérez Osma, Paloma García, Justo Carrasco, Francisco Javier Doménech, José Luis Muñoz, José Fernando Peñalver.

Síguenos: